Un aporte al territorio en la región de Tarapacá.

La iniciativa es ejecutada por la Universidad Arturo Prat y financiada por Teck
Quebrada Blanca.
Ubicado a unos 97 km de la ciudad de Iquique, en la ruta que va hacia la localidad de Pica y Matilla, en la comuna de Pozo Almonte y que está a unos 1.000 metros sobre el nivel del mar; se encuentra la Estación Experimental Canchones de la Universidad Arturo Prat, lugar donde se planta la primera cepa 100% chilena y registrada, conocida como Tamarugal y que da vida al Vino del Desierto y otros desafíos territoriales.

Agricultura en el Desierto
La actividad vitivinícola de la región de Tarapacá terminó entre los años 1937 y 1949 por diversos factores, siendo uno de los principales la expropiación de las aguas hacia la ciudad de Iquique, lo cual llevó a que se arrancaran las plantas. Sin embargo, quedaron algunas de ellas abandonadas en distintas localidades de la región, las cuales lograron sobrevivir a las condiciones del desierto más árido del mundo. Es así que en el año 2003, los investigadores de la UNAP realizan el rescate del material vegetal procedentes de plantas antiguas de más de 100 años, que quedaron olvidadas en el tiempo y, por lo tanto, sobrevivieron a las condiciones de desierto absoluto, caracterizado por suelos salinos e inviernos con altas temperaturas diarias y muy bajas por la noche.
Al año siguiente, se establece en la Estación Experimental Canchones de la Universidad Arturo Prat, con este material enraízado, un pequeño Jardín de variedades (2.000 m2) y al mismo tiempo de las evaluaciones agronómicas se inician los análisis moleculares, para determinar si correspondían a una variedad conocida.
Con los estudios, se logró identificar solo la cepa País, que es antigua introducida por los españoles. Posteriormente, el ADN se envió a España, al Instituto madrileño de Investigación de Desarrollo Agrario y Alimentario (IMIDRA) y se identificaron dos cepas: Gros Colman de origen de Georgia de la antigua Unión Soviética y Ahmeur bou Ahmeur de origen argelino. Dos genotipos blancos, que quedaron sin identificar, se enviaron a Francia al Instituto de Investigación Agronómica (INRA) identificándose a uno de baya pequeña, la cepa Torrontés Riojano, de origen argentino.
A pesar de haber constatado aproximadamente 7.000 genotipos, quedó el genotipo de una baya grande sin identificar. Luego de una evaluación en terreno, el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) determinó que era la primera cepa vinífera chilena, originaria de la región de Tarapacá, denominándose Tamarugal que es 100% chilena, emplazada en el desierto más árido del mundo, con un terroir característico, propio del desierto más árido del mundo.
Capacitación
En la actualidad, el proyecto, junto a Teck Quebrada Blanca lleva a cabo un programa de perfeccionamiento en el cultivo de la Vid, cuyo objetivo es brindar herramientas técnicas a los agricultores de la zona.
“Estamos trabajando en el desarrollo vitivinícola en el desierto más árido del mundo, lo cual no sólo significa un aporte para los agricultores beneficiados, sino que además, permite asentar aún más el valor histórico, cultural y patrimonial”, expresó Marcelo Lanino, Director del Vino del Desierto de la UNAP.
Alianzas
El Vino del Desierto, no solo ha aportado a la región con el hallazgo de cepas patrimoniales, sino que además ha permitido generar a través del conocimiento otras líneas de acción como la Ruta del Vino del Desierto, la gastronomía con identidad local, cultura y patrimonio y economía circular, las cuales son temáticas valoradas y reconocidas por la comunidad tarapaqueña.